La Teoría del Caos y la matemática caótica resultaron ser una herramienta con aplicaciones a muchos campos de la ciencia y la tecnología.
Gracias a estas aplicaciones el nombre se torna paradójico, dado que
muchas de las prácticas que se realizan con la matemática caótica tienen
resultados concretos porque los sistemas que se estudian están basados
estrictamente con leyes deterministas aplicadas a sistemas dinámicos.
En Internet se desarrolla este concepto en Teoría del Caos, el tercer paradigma, de cómo la estadística inferencial trabaja con modelos aleatorios para crear series caóticas predictoras
para el estudio de eventos presumiblemente caóticos en las Ciencias
Sociales. Por esta razón la Teoría del Caos ya no es en sí una teoría: tiene postulados, fórmulas y parámetros recientemente establecidos con aplicaciones, por ejemplo, en las áreas de la meteorología o la física cuántica, y actualmente hay varios ejemplos de aplicación en la arquitectura a través de los fractales, por ejemplo el Jardín Botánico de Barcelona de Carlos Ferrater.
En meteorología
El tiempo atmosférico (no confundir con el clima),
además de ser un sistema dinámico, es muy sensible a los cambios en las
variables iniciales, es un sistema transitivo y también sus órbitas
periódicas son densas, lo que hace del tiempo un sistema apropiado para
trabajarlo con matemática caótica. La precisión de las predicciones
meteorológicas es relativa, y los porcentajes anunciados tienen poco
significado sin una descripción detallada de los criterios empleados
para juzgar la exactitud de una predicción.
Al final del siglo XX se ha vuelto común atribuirles una precisión de
entre 80 y 85% en plazos de un día. Los modelos numéricos estudiados en
la teoría del caos han introducido considerables mejoras en la
exactitud de las previsiones meteorológicas en comparación con las
predicciones anteriores, realizadas por medio de métodos subjetivos, en
especial para periodos superiores a un día. En estos días es posible
demostrar la confiabilidad de las predicciones específicas para periodos
de hasta cinco días gracias a la densidad entre las orbitas periódicas
del sistema, y se han logrado algunos éxitos en la predicción de
variaciones anormales de la temperatura y la pluviosidad para periodos
de hasta 30 días.
Antes de la aparición de la Teoría del Caos, se pensaba que para que
el clima llegara a predecirse con exactitud newtoniana no era más que
una cuestión de introducir más y más variables en un ordenador lo
suficientemente potente como para procesarlas. Sin embargo, de unas
pocas variables de hace tan sólo unas décadas se ha pasado a considerar
cientos de miles de variables sin conseguir la predicibilidad esperada.
El clima, como sistema caótico, ha de entenderse como un sistema
impredecible dentro de un atractor que le confiere cierto orden a través
de las estaciones. Sólo sabemos con seguridad que cada año habrá cuatro
períodos con unas características climáticas conocidas. No es
esperable, conforme a la teoría del caos, que algún día consigamos
averiguar con precisión matemática el tiempo que hará al día siguiente.
El clima es sensible a pequeñas variaciones en las condiciones iniciales
y la determinación de las condiciones iniciales con exactitud está
abocado al fracaso a causa del Principio de incertidumbre de Heisenberg.
Es la misma información que la de la Wikipedia.
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